Viaje al Sureste Peninsular – Caravaca y Mula (Murcia)
18 y 19 de Abril de 2015
Salimos por la A-3 hacia Levante, paramos en La Roda, para continuar nuestro viaje hasta Caravaca de la Cruz.
Cuando llegamos a Caravaca, nos encontramos la ciudad en fiestas, se disponían a ensayar la celebración de los días 1 y 5 de Mayo. Los lugareños, se preparan para festejar, los tres sábados anteriores al mes de mayo, presentando los bailes típicos, que realizarían los días del Cristo, del moro y del pañuelo. Por lo que la llegada al hotel fue dificultosa, ya que estaba situado en pleno centro, donde se encontraban los preparativos y ensayos. Dejamos los bultos y fuimos a comer.
Después de esto, nos acompañó la guía turística local. Nos llevó a unos kilómetros fuera de la ciudad, en autobús y desde allí continuamos andando como un kilómetro por una empinada cuesta, para encontrar la ermita de la Encarnación. El lugar reúne las premisas de asentamiento, ya que tiene agua y riqueza forestal, ya que discurre por el paraje el río Quipar (afluente del Segura), lo que ha hecho, que este lugar haya sido asentamiento de diferentes poblaciones desde el Paleolítico.
Llegamos al lugar del santuario, que fue erigido en el siglo IV a.C. como lugar de culto, ya en época ibérica, quizás de alguna deidad femenina, vinculada con la fertilidad y el mundo subterráneo, de ahí que aparezca un orificio en el suelo, por el que se supone se ofrecerían libaciones, como leche, miel etc. al igual que los encontrados en otros templos ibéricos.
Pero de ese momento no hay estructuras bien definidas.
Antes de llegar a la ermita, está el llamado templo A, el cual tampoco está bien delimitado. Para algunos puede ser las estructuras de una cantera, para otros un templo en el que no se distingue facilmente la fachada y dos columnas. Es de pequeñas dimensiones, sus medidas son: aproximadamente de 9,49 metros por 5 metros. Puede datarse en el siglo I a. C.
El edificio donde se encuentra la ermita fue un templo con tres ampliaciones. El primero se levantó sobre el siglo II a.C., tenía planta de piedra, y la construcción de adobe y madera, fue ello decorado con terracotas fabricadas en Roma.
Sobre esto se edifica un templo romano, con dos columnas exentas y dos semicolumnas adosadas en los muros laterales. Ya en época de Augusto se construye un pórtico. La fachada es de ocho columnas y diez en los laterales, estas estaban apoyadas sobre plataformas. El lugar se abandona y sus piedras son reutilizadas.
Después de la Conquista cristiana, se construye sobre los edificios anteriores la ermita de la Encarnación, la casa del ermitaño y un aljibe, todo ello sobre el año 1494. Unos años más tarde ya en el siglo XVI se estructura la planta de cruz latina y la cubierta de bóveda de cañón.
La ermita se sigue utilizando desde entonces y el primer domingo de Pascua se celebra una romería en el lugar.
Cerca se encuentra una cantera romana, que pudo ser utilizada para extraer materiales, desde épocas anteriores.
Dejamos el lugar y bajamos hacia Caravaca, donde paseamos por el lugar. Nos dirigimos a la Basílica de la Vera Cruz, que se encuentra situada dentro del Alcázar del siglo X-XI, antes de subir a la basílica pasamos por la iglesia de El Salvador, construcción renacentista del siglo XVI, y posteriormente pasamos por el Templete o Bañadero.
Seguimos subiendo al cerro del Castillo, situado sobre el barrio más antiguo o medieval, el cual es de estructura irregular construido en los siglos XII –XIII. Este paraje fue encomendado a la Orden del Temple, siendo remplazado en el siglo XIV por la Orden de Santiago. En el interior del castillo se construye un templo, que es el símbolo de la ciudad. Desde hace ocho siglos los peregrinos veneran la reliquia de la Santa Cruz.
Después de ver el lugar, bajamos por la Cuesta del Castillo a la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, edificio del siglo XVIII, hoy Museo Arqueológico. Este museo recoge las piezas de los hallazgos encontrados desde la Prehistoria, como muestra en la puerta, hay un dintel formado por una lápida honorífica romana, procedente de la zona de la ermita de la Encarnación. Vimos una colección de piezas de muy buena calidad, e interesantes
Terminamos nuestro recorrido no sin antes pasar por la iglesia de los Jesuitas, donde había una exposición de los trajes utilizados en la serie televisiva de “Isabel”.
Desde ese momento tiempo libre para ver la fiesta en la ciudad.
A la mañana siguiente salimos hacia Mula, al llegar allí nos esperaba Manuel Cuadrado, hijo de nuestro primer presidente, que nos acompañó hasta “ Villaricos”, donde llegaba al lugar en ese momento el antiguo Rector de la Universidad de Murcia, el cual había estado excavando en este lugar desde que era un chaval.
Nos explicó el lugar con todo detalle y cariño. Es una villa romana que se desarrolló en la zona de Mula entre los siglos I – IV d C. Esta villa se divide en dos partes, la primera es una zona de termas y espacios domésticos, la segunda a la elaboración y almacenaje de aceite o vinos.
La villa o residencia sigue los esquemas de la casa romana, con un patio central, alrededor del cual está el peristilo, que distribuye las estancias como en todas las villas del siglo I d.C. en algunas de las estancias hay mosaicos de tipo geométricos.
Los baños son del siglo I, aunque continuaran sus estructuras en siglos posteriores en las zonas rurales, ya que las termas de las ciudades estaban alejadas para el baño diario de los señores, que vivían en las villas .El edificio tiene una superposición de bloques yuxtapuestos, para el baño frío, cálido o templado.
La otra zona es la de la almazara o ( torcularum ), nos deja ver la importancia de la producción y comercio del aceite y vino. Una primera parte es para la transformación de la oliva o de la uva y otra para la elaboración del vino o el aceite, para ello hay una serie de salas para el pisado o prensado. Al final se encuentra un gran recinto destinado para el almacenaje de los recipientes y posteriormente ser transportado y comercializado. Hay un espacio donde se encuentra una prensa de palanca, de la que se conserva el contrapeso.
Tras el abandono de la villa en el siglo IV d.C. fue ocupado el lugar y en las salas de la villa se construyó una basílica como sede de los primeros cristianos y una zona también de enterramientos.
Desde allí, donde la explicación había sido con todo detalle, nos dirigimos hacia Mula, para visitar el Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo, sito en el Palacio de Marqués de Menahermosa del siglo XVIII, alberga una colección donada al Estado por D. Emeterio Cuadrado en 1986 y que había conseguido entre 1948 -1988 en la Necrópolis Ibérica, la cual contaba con 547 tumbas de incineración con ajuar, pero varían según el sexo, el oficio y condiciones sociales. La colección va desde el siglo IV a.C. al I d C. Las tumbas podían cubrirse de tierra y piedras, otras con piedras y adobes y hasta con estelas, aunque no sabemos de quien eran.
El Museo está dividido en 10 salas, por su antigüedad teniendo presente distintos aspectos: sociales, económicos y culturales. Junto a cada ajuar, se expone el inventario de los objetos que lo componen y foto de cómo era antes de la excavación.
En los enterramientos hay cerámica con motivos geométricos y esquemáticos, falcatas, tijeras de esquilar. En algunos personajes, más importantes hay cerámica de importación, como la griega en distintas formas según el momento para la comida y bebida. También hay esculturas de damas como la del “Cigarralejo” que es de arenisca, está sentada en un trono, la dama porta doble túnica con manto, los pies llevan escarpines, es una pena que todo esté muy desgastado. Hay una cabeza de guerrero en piedra, con pelo muy marcado, ojos almendrados y un pendiente en su oreja.
Salimos del Museo después de despedirnos del hijo de Don Emeterio, que nos había ido explicando el mismo de forma muy cariñosa. Nos dirigimos a comer, que ya era tarde. Después salimos para Madrid,