VIAJE A TARRAGONA
12, 13 Y 14 de Diciembre de 2014

Salimos el viernes día 12 por la tarde, para aprovechar mejor el tiempo, ya que en Diciembre tenemos menos horas de sol. La tarde es soleada al igual que lo serán el resto de los días.

Tomamos la carretera de Barcelona en dirección a Tarragona, con una parada técnica pasada Zaragoza. Llegamos sobre las 22,30 a la ciudad, posteriormente algunos nos fuimos a cenar y a dar la primera vuelta a la Imperial Tarraco.

A la mañana siguiente, después de desayunar, nos esperaba la guía que nos acompañaría durante toda la mañana. Empezamos por las murallas en la parte alta de la ciudad, que son una superposición de diversos momentos históricos.

Tarragona tiene dos partes bien diferenciadas, una alta más antigua y otra baja moderna, en el entramado urbano se conservan formas de la ciudad romana y otros restos arqueológicos de diversos momentos.

Esta ciudad fue la capital de la Hispania Citerior Tarraconensis, cuyo nombre era de “Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco”.

Tarraco tiene dos elementos importantes para su defensa a saber su altura y su bahía, ambas garantizan una estructura militar favorable. En la parte alta se conservan las murallas que sirvieron para su defensa hasta el período napoleónico, y otra, la parte portuaria cuya importancia sigue vigente en la actualidad.

La primitiva muralla estaba formada por grandes piedras colocadas por los primitivos habitantes del lugar y ocupaba la parte de la acrópolis. Se trataba de muros ciclópeos sin labrar y que pesaban más de tres toneladas, en esta zona hay cinco huecos o poternas para salir en caso de emergencia. Sobre esta primera muralla se colocaron otras hiladas en época romana, constituidas por piedras almohadilladas bien talladas, que en algunos lugares se mezclan con otros restos de muralla medieval.

Desde la muralla se divisa la vega, y a lo largo del Paseo Arqueológico la escultura de Augusto y los cañones que se asoman por ella. Este último es un espacio de aproximadamente un kilómetro, magníficamente iluminado para disfrute de los visitantes y habitantes de la ciudad.

Se convirtió en residencia de Augusto entre los años 27-25 a C. para terminar la conquista del norte de la Península; sabemos que Galba recibió una corona de oro de los habitantes de Tarraco; Adriano pasó el invierno en el año 121 d. C para congregar a los representantes de las provincias; y Séptimo Severo la gobernó.

Los restos de arquitectura romana están mezclados con otros de períodos diferentes, y estos sirvieron para construcciones posteriores de la ciudad.

Después de recorrer esta parte de la muralla, salimos y tras atravesar un arco llegamos al Museo de la Ciudad, donde se encuentra una gran maqueta del lugar. Allí nos explicaron el recorrido que íbamos a hacer, y cómo debió ser la Tarraco romana.

Comenzamos la visita por el interior de la muralla hasta la calle Mayor y la Plaza de la Catedral. Nos explicaron la parte medieval y cómo la catedral se erigió sobre una estructura anterior, de época romana, luego seguimos por los soportales de Mercería, hasta llegar a la Plaza del Forum, donde quedan también restos romanos visibles, allí ese sábado había mercado de verduras y frutas, con un color y un olor espectacular.

Bajamos en dirección al Circo, entramos por la parte baja de las bóvedas que sujetan los asientos del graderío, recorrimos una buena parte de ella saliendo a la altura del Palacio del Rey, continuamos nuestro camino hasta llegar a la Rambla Nueva para desde allí dirigirnos al Mirador del Mediterráneo desde donde se contempla mucho mejor el Anfiteatro. Situado junto al mar, en su interior se han descubierto los cimientos de una basílica paleocristiana. Dejamos a la guía y nos vamos a comer al hotel.

En el límite entre la zona meridional del puerto y el final del río Francolí, se erigió la Necrópolis Paleocristiana, situada ya en la zona de suburbios. Se descubrió cuando empezó la construcción de la Fábrica de Tabacos, encontrándose importantes restos de época romana y tardo-romana. Fue en el año 1926 cuando Serra i Vilaró, del Institut de Estudis Catalans, encontró unos 2000 enterramientos de entre los siglos III y IV d.C, por lo que se piensa que había unos lugares más apetecibles para los enterramientos que otros, ya que tenemos noticias que fueron depositados allí los restos de San Fructuoso y sus diáconos Augurio y Eulogio, patronos de la ciudad, martirizados en el anfiteatro, de ahí que aumentaran los enterramientos por querer descansar junto a los santos.

Entramos por el Centro de Interpretación y en el Museo, para posteriormente bajar a la zona de enterramientos. Vimos los restos de la basílica paleocristiana, el enterramiento de Joan Serra i Vilaró, quien dejó expresado su deseo de reposar junto a la zona donde había excavado, le fue concedido en 1969.

Los enterramientos aparecen en ánforas, contenedores con tégulas y sarcófagos de piedra. El número de ofrendas funerarias encontradas ha sido escaso, destacando por su curiosidad una muñeca de marfil articulada del siglo IV d. C, que actualmente se expone en el Museo Arqueológico.

En las proximidades se han encontrado una domus suburbana, talleres de vidrio, almacenes para el aceite y el vino.

Salimos de allí para irnos hacia el Museo Arqueológico, es no sólo el Museo más antiguo de Cataluña sino también el más antiguo sobre el tema de la romanización. Se ubica en una parte de la muralla que se prolonga en el interior del Museo. Se exponen en sus paredes restos de los templos de Augusto, Júpiter Ammón, Minerva y de otros edificios públicos como circo, teatro, anfiteatro, foro, así como esculturas de Trajano, Adriano, Marco Aurelio, Lucio Vero, y variedad de mosaicos como el de Medusa y el de los peces; junto a otros objetos de metal, hueso, cerámica y vidrio.

A continuación nos dirigimos a la Catedral Metropolitana, comenzada en el año 1174 y terminada en el 1300. Se inicia en estilo románico y se continúa en gótico. Encontramos la estructura románica, en el ábside, en la puerta del claustro y en los aproximadamente doscientos capiteles historiados del mismo, que vimos bastante mal por lo tardío de la visita.

La nave central, la capilla de San Miguel, la de Corpus Christi, la de Santa María llamada de “los sastres”, y el Baptisterio son de estilo gótico. En la zona del ábside de la nave del Evangelio se emplea el primer gótico flamígero. Se trata de una nave poligonal de cinco lados separados de la nave central por un arco, tiene nervaduras del siglo XIV. Por su estructura nos recuerda al gótico inglés.

En un lateral de la capilla mayor se encuentra el sepulcro del hijo de Jaime II, Juan de Aragón, abad de Montearamfor, que fue también arzobispo de Toledo, y que falleció en 1334, a los 33 años. El sepulcro representa a una estatua yacente de fino mármol y tiene en la parte superior los escudos de Aragón y Sicilia, y las imágenes de los Santos tutelares, todos ellos de gran belleza.

El retablo mayor, de Pere Johan, escultor del siglo XV, está dedicado a Santa Tecla y a la Virgen. La predela y la parte superior son de basalto y el resto de alabastro, con ligera policromía.

Luego visitamos el Museo Catedralicio, en el que hay tapices, pinturas sobre tabla, relicarios, etc.

La mañana del domingo, se presenta más corta, nos dirigimos al Mausoleo tardorromano o constantiniano de Centcelles, donde llegamos antes de su apertura. Situado a unos 6 kilómetros de la capital, es una Villa del Alto Imperio Romano, aunque data del siglo II d. C, se abandonó y dos siglos más tarde se volvió a construir, es lo que

hoy vemos. Pertenece al siglo IV d. C, en la parte central hay una sala con cuatro nichos semicirculares y una cripta, en el exterior se aprecia un cubo coronado por un cuerpo octogonal, se comunica con otro edificio de forma lobulada.

En la cúpula se conservan restos de los mosaicos que la decoraban. En la parte inferior son temas de caza, en la zona media, temas del Antiguo Testamento, y en la superior las cuatro estaciones. El mosaico de la zona central ha desaparecido. Debajo de los mosaicos hay restos de pintura. Los mosaicos son de una gran belleza, no tenemos ningún otro ejemplo similar en la Península. Se cree que fue un mausoleo cristiano aunque decorado con temas paganos.

Seguimos otros 6 kilómetros y llegamos a la llamada Torre Funeraria de los Escipiones, está formada por tres cuerpos superpuestos, en uno de ellos se muestran dos figuras en altorrelieve, quizás de Frigia y Atis, dioses de la muerte y la resurrección. En la zona media se puede leer una inscripción con el nombre Cornelius, y en la superior no hay nada.

El final de nuestra visita es el Arco de Bará, en la Vía Augusta, en el límite de los territorios de cosetanos e ilergetes. Fue levantado por mandato de Lucio Licinio Sura, general de Trajano, y cónsul entre los años 102-107 d.C. Es un arco de un solo vano, con machones adornados con pilastras corintias, la cornisa del entablamento carece de terminación.