Viaje a Cancho Roano-Merida
5-6 de Abril de 2014
Salimos el día 5 a las 8 horas como es costumbre, dirección Extremadura, paramos a mitad del camino poco tiempo, ya que nos esperaban a las 12 del mediodía en Cancho Roano.
Durante el recorrido pudimos disfrutar de la enorme variedad de verdes que nos ofrece la naturaleza, iban desde los pardos de los olivos y encinas hasta los verdes intensos de los pastos.
Llegamos a la hora prevista, y ya nos estaban esperando para darnos las explicaciones del lugar. Primero visitamos el Centro de Interpretación del Palacio–Santuario de Cancho Roano situado en el término municipal de Zalamea de la Serena (Badajoz).
El lugar permite reconocer el complejo protohistórico que para algunos investigadores podría corresponder a un horizonte tartésico.
En 1988 para protección del lugar y para mejor comprensión del yacimiento, se proyectó una cubierta, así como un Centro de Interpretación.
Dicha cubierta de 2000 metros cuadrados posee una inclinación hacia un foso que con independencia de las condiciones climáticas del lugar dispone de agua permanentemente. El Centro de Interpretación, cuenta con una gran maqueta, una habitación en la que se ha reproducido una copia del segundo altar, que presenta forma de piel de toro y fotos de diversos objetos encontrados en el lugar, entre ellos: un caballito pasarriendas, cuentas de collar fenicio, etc. que se encuentran depositados en el Museo Arqueológico de Badajoz. A continuación visitamos el Santuario. Éste se asienta junto al Cigancho, un arroyo que tiene agua constantemente, incluso en época de sequía, quizás esto llevó a la construcción de estas edificaciones de carácter sagrado. El agua impedía la entrada directa al lugar principal.
El edificio central tenía a su alrededor habitaciones rectangulares. La zona oriental se encontró arrasada y por ello carente de materiales arqueológicos, en el resto se halló un riquísimo conjunto de objetos de culto.
Las estancias perimetrales estaban separadas de las habitaciones por un pasillo de dos metros de ancho con pavimentación de arcilla roja. Las habitaciones de la zona norte y oeste ofrecen un excelente estado de conservación, con alzado en adobe enlucido en cal sobre basamento de piedra. En el interior de estas estancias se encontraron objetos de bronce y una vajilla con restos de cereales y vino. En las de la zona oeste se encontraron pesas de telar, fusayolas, vasos, ánforas, cerámicas áticas y ponderales de metal en forma de piel extendida, lo cual nos habla de la influencia oriental y concretamente de Fenicia y Chipre, así como de la importancia que el comercio tuvo en este lugar. En el sector norte fue donde se halló, revuelto entre otros enseres, un caballito de bronce ricamente enjaezado. Todo esto nos lleva a la conclusión de que el lugar tuvo un carácter ritual, sagrado y también comercial.
La fachada principal del templo se sitúa en el lado oriental, tiene la entrada flanqueada por dos cubos poligonales de protección que debían facilitar la defensa junto con el río y el desnivel del terreno inundado.
En el edificio central se ubicaba el santuario cuyo interior disponía de un patio con sólidas paredes; debajo se encontraron restos de construcciones anteriores y una habitación amplia con un pilar central de adobe que marcaba el eje del recinto, el suelo, aprovechado del santuario anterior, era con engobe rojo y se conserva en perfectas condiciones. Este espacio, apenas proporcionó materiales, ya que debió ser limpiado para la construcción de una habitación nueva.
Debajo del pilar central se halló un altar, también de adobe, relleno de carbones, con forma de piel de toro que presenta gran similitud con otros del mundo tartéssico e ibérico.
A su vez, debajo de este segundo pilar apareció una nueva estructura, para su estudio fue necesario retirar este altar encontrándose un círculo abombado de unas dimensiones aproximadas de metro diez de diámetro, cerrado por un triángulo con un orificio, todo ello de cerámica local, que acababa incrustado en el suelo. Se supone que por el orificio saldrían los líquidos de los sacrificios hacia la tierra. Por su forma, se ha identificado con la diosa Tanit.
A la celda del santuario se accedía por tres escalones, en el otro extremo había un vasar pintado de blanco con tres hundimientos circulares que podía servir para depositar ofrendas o vasijas.
El foso que rodea al santuario y da acceso al mismo, tiene una anchura de cuatro metros. Se entra por una rampa de arcilla que permite salvar el foso y a la vez separa dos tramos de agua desiguales. En la zona oriental dispone de varias fosas para captar agua en época de sequía.
Se han encontrado en el foso, en un primer nivel, restos romanos con gran cantidad de objetos de cerámica. El segundo nivel, separado del anterior por una gran cantidad de limo que debía proceder de las estancias perimetrales, conserva restos de adobes mezclados con cerámica ática y dos betilos de piedra. En el último nivel han aparecido grandes vasijas, vasos rituales, ánforas y restos de animales (cabras, ovejas, caballos y burros).
Después, de volver a contemplar el edificio, salimos en dirección a Zalamea de la Serena. Llegamos, vemos la iglesia parroquial de finales del siglo XVI. Junto a la torre, hay un distylo sepulcral del siglo I d. C, y desde la plaza observamos el castillo a lo alto. Paseamos por el pueblo y observamos la Plaza Mayor dedicada a Lope de Vega por su obra el “Alcalde de Zalamea”.
Comemos y nos dirigimos hacia Mérida. Por la tarde, a las 20 horas, visitamos el teatro y el anfiteatro iluminados tenuamente y con explicación. Nos detenemos algo más en la parte posterior del teatro, donde se están realizando trabajos de excavación.
Al día siguiente fuimos a ver Santa Eulalia, donde las excavaciones han avanzado considerablemente en los últimos años. Contemplamos restos desde época romana hasta las últimas edificaciones del siglo XIX (iglesia).
La parte más espectacular de la iglesia se encuentra en la zona del púlpito, en el que se observan perfectamente las diferentes transformaciones que ha experimentado el lugar. Llaman la atención los enterramientos y pinturas de época romana. Los problemas de presupuesto hacen que las excavaciones vayan a un ritmo discontinuo.
Desde allí caminamos hasta la casa de Mitreo, edificio de grandes proporciones, con mosaicos variados en las distintas estancias, pinturas de tipo pompeyano en las paredes, en las que destacan los rojos intensos. Dispone de termas y de un magnífico peristilo rodeado de columnas con un impluvium.
Salimos del lugar y nos dirigimos al columbario. Cuenta con enterramientos de distintas categorías sociales y algunos de ellos están adornados con pinturas. A lo largo del recorrido se han dispuesto paneles explicativos con textos literarios de autores latinos.
Desde allí unos se encaminaron hacia el Museo Romano, para deleitarse contemplando el espacio y las piezas que se encuentran en él depositadas; mientras otros prefirieron perderse paseando por la ciudad y contemplar los muchos edificios sacados a la luz en las distintas excavaciones como un templo, parte del foro etc…
Concluimos la excursión comiendo en el hotel y vuelta al punto de partida.