LA CIUDAD ROMANA DE BÍLBILIS Y RUTA DEL MUDÉJAR ARAGONÉS (CALATAYUD)
Día 18, 19 y 20 de Noviembre de 2016
Salimos el viernes a las 17,30 horas de la tarde, camino de nuestro destino. Llegamos a buena hora al hotel, en Calatayud. Como estaba bien situado, en zona céntrica, pudimos pasear por el lugar y cenar.
A la mañana siguiente a las 9,30h., nos dirigimos al Museo de Bílbilis. El cual ocupa un antiguo convento, con tres pisos y una musealización moderna. En él pudimos ver: monedas, planos, vidrios, esculturas, capiteles, cerámicas, pinturas tipo pompeyano, todo de gran belleza. En el piso superior había una exposición (ajena a la arqueología) sobre mariposas maravillosas.
Por un camino estrecho y serpenteante llegamos al municipio de Bílbilis. Dado que el autobús no podía llegar a la entrada, le dejamos aparcado y seguir caminando por un paisaje seco y desolado. Ascendimos por la cuesta hasta la cadena que marcaba la entrada, descubriendo en cada curva algo de la ciudad, que está situada entre cerros, extendiéndose sobre una colina de las tres colinas que ocupó en tiempos pasados. Por su parte más baja transcurren los ríos Jalón y Jiloca; condiciones que obligan a que las viviendas estén construidas de forma escalonada, con acceso por calles empinadas y escaleras.
En la parte más alta, subiendo por un camino con mucha pendiente, observamos el lugar donde estuvo situado el Foro y la zona donde se encontraban las tabernae. Se inició su construcción en época de Augusto y se concluyó con Trajano. El Foro ocupaba una gran terraza, también había una plaza, que debió ser porticada y enlosada donde estaba la Basílica, la Curia y un gran templo, con una escalera de seis metros de altura, dedicado a la Tríada Capitolina colocada sobre un pódium y columnas corintias. En la parte baja se encuentra el Teatro, del que solo pudimos atisbar desde arriba, porque estaba cerrada la entrada. Saliendo de esta zona, seguimos subiendo entre la zona de casas hasta llegar a las Termas y el Ninfeo. La casa del Ninfeo, situada entre el Foro y las Termas es del siglo I d.C. y fue reformada en época de Vespasiano, adaptando una habitación al Ninfeo o fuente formada por una cisterna doble. Todo este conjunto está decorado con pinturas de estilo pompeyano.
El lugar debía tener capacidad para unas tres mil o cuatro mil personas, Se cree que este territorio debía llegar hasta la actual Calatayud, ya que se han encontrado restos de la primera ciudad que fue abandonada como consecuencia de una destrucción violenta (quizás causada por las Guerras Sertorianas en el año 130 a.C.).
Las casas que se construyeron en el siglo I se modificaron en el siglo II y III. Entre ellas llaman la atención una llamada “la de los Larares“ porque en un atrio hay un “larario” y otra en la que aparece una cisterna con forma ovalada.
La Bilbilis itálica estaba incluida en el Convento Jurídico de Cesaraugusta en la provincia de la Tarraconense y luego pasará a denominarse Municipium Augusto Bilbilis, que le da derecho y ciudadanía romana. En este lugar nace en el año 40 d.C. Marco Valerio Marcial; en sus escritos nos informa que había tres Bilbilis; una romana y dos celtibéricas. Estrabón también la cita como ciudad celtibérica en sus escritos sobre las Guerras Sertorianas. Hay monedas, de la cecca del lugar con la figura de un jinete a caballo galopando.
El lugar se abandona en el siglo IV. Aunque de nuevo aparece ocupada en la Edad Media (siglos XII-XIII). Posteriormente, sirvió de cantera para la construcción de la actual Calatayud.
En 1917 se inició la Primera campaña de excavaciones, y en 1931, fue declarada Bilbilis como “Monumento Histórico y Artístico”. En 1970 Martín Bueno empezó con la limpieza del lugar. Nuevas campañas de excavación han continuado hasta la actualidad. Por allí han pasado eminentes arqueólogos, entre otros recordamos a Schulten, Saenz Preciados…
Terminada la visita al Municipio de Bilbilis, y dejar tiempo para comer nos reunimos pues a las cuatro, nos esperaba José Luis Cortés para empezar la Ruta del Mudéjar aragonés. Comenzamos por las “Iglesias Fortaleza”.
La primera fue la de Ntra. Sra. del Castillo en Aniñón, la contemplamos en alto desde la línea del río, se divisaba su situación arriba, en el alto, e iniciamos el ascenso después de cruzar el puente. De la iglesia lo primero que percibimos fue su cabecera: es bastante plana con estructura de tres cuerpos y tres calles, separadas por contrafuertes, en el del centro hay tres grupos de ventanas entre espiguillas de distinta forma, en la parte de arriba unos arquillos ciegos; en el lateral derecho un cuerpo de una capilla barroca; en el izquierdo, exenta de la iglesia está la Torre; es de planta cuadrada, con una serie de decoraciones: de sebkas, retículas y arcos mixtilíneos, en el primer cuerpo, termina en una separación que da paso al cuerpo de campanas formado por dos arcos enjaezados con cerámica vidriada entre ellos, encima cinco pequeños arquillos y más arriba dos arcos con otro cuerpo de campanas. La entrada a la iglesia está coronada con un arco triunfal y una puerta renacentista. Ya dentro de ella, vemos una sola nave de salón cubierta con bóveda de crucería múltiple. El altar mayor de estilo renacentista-barroco, en madera natural, ya que fue robado y posteriormente encontrado desestructurado y sin el dorado. A los pies de la iglesia enfrente de la puerta de entrada hay una capilla dedicada a Cristo, de estilo barroco y un gran arco decorado con colores azules, dorados y blanco, con cúpula y linterna. Entramos en ella y hay el acto el de sacar en procesión el “Porta-formas” de forma rectangular, en plata labrada que custodiará la Sagrada Forma para llevarla a la Ermita hasta después de la Pascua.
Al finalizar la visita, nos dirigimos a Cervera de la Cañada; subimos a la parte alta del lugar donde quedan restos de una fortaleza, que se utilizó para la construcción de la ciudad y de la iglesia. La iglesia consta de una sola nave, con tres tramos, La cabecera es poligonal y está ligeramente desviada por haber sido utilizada como fortaleza; una galería con tribunas y arquillos recorre el entorno. En la parte de los pies se alza el coro alto, sostenido por arcos apuntados, encima, una balaustrada calada de distintas formas, la cubierta es de crucería y las claves decoradas con motivos heráldicos. La iglesia se ilumina con grandes ventanales apuntados, decorados con motivos vegetales. Toda la iglesia tiene gran cantidad de pinturas más o menos desdibujadas.
Cuando salimos de este lugar, se estaba haciendo de noche. Nos dirigimos a San Félix de Torralba de Ribota. Esta iglesia es exteriormente sencilla. La torre del reloj está decorada con sebkas. En la fachada Oeste se aprecia una puerta de arquivoltas con yeserías apuntadas y en las enjutas aparecen los escudos de la Ciudad, del Obispo y de Aragón. Sobre la puerta destaca un rosetón con molduras cuadradas formando una estrella de seis puntas. En el interior: planta de una sola nave con dos capillas abovedadas a cada lado, con bóveda de crucería, las claves rodeadas de cabezas de dragones mostrando la lengua, más otros animales: leones, ciervos…que completan la decoración. La cabecera está constituida por tres ábsides cuadrados que se comunican con la nave por arcos apuntados, el ábside central es ojival con pináculos góticos; el guardapolvos va festoneado con vegetales; unos leones rampantes sujetan la bóveda; en los ábsides laterales el Tetramorfos. A los pies está el coro alto, sobre columnillas, y desde allí, se pasa a un deambulatorio que recorre toda la iglesia. Tocando una carraca que había por alguno de los visitantes. Terminada la visita regresamos a Calatayud.
A la mañana siguiente nos dirigimos a la Real Colegiata del Santo Sepulcro en Calatayud. Fue fundada en 1300 por el Marques Gil de Rada y se crea la Orden del Santo Sepulcro. Desde Ramón Berenguer IV gozó de la protección y donaciones de la corona. Fernando el Católico fue el que consiguió del Pontífice que mantuviera el Priorato de Calatayud. Anteriormente esta iglesia había sido construida en el siglo XII y consagrada en 1248. Después de 1489, era la única Casa de la Orden de Canónigos en España. En el siglo XIX se convierte en Parroquia.
El exterior de la Colegiata es de ladrillo con tres cuerpos, más alto el central unido a los laterales por medio de unos alerones; a cada lado la flanquean dos torres de forma cuadrada; cada torre muestra dos cuerpos sobre una base octogonal y un cilindro terminado en chapitel; en el cuerpo central de la iglesia existe una puerta con arco de medio punto, encima unos óculos grandes y otro pequeños; a los lados tiene otras dos puertas más, con frontón y pilastras decorativas. El interior presenta una distribución de tres naves, más grande la central, que destaca sobre el crucero y un gran presbiterio, que sirve para albergar el coro, cubierto con bóveda de cañón, con lunetos. El crucero tiene cubierta de media naranja sobre pechinas, con tambor y linterna. En los retablos se representa el Ciclo completo de la Pasión de Cristo. El altar mayor, tiene un baldaquino y está rematado con la imagen de Cristo Resucitado. Pasando por la sacristía, se accede al coro, obra del siglo XVIII, desde donde se puede contemplar muy bien el Altar Mayor.
Nos dirigimos después a la iglesia de San Pedro de los Francos, erigida en del siglo XIV. Su fachada muestra una bonita portada gótica, de tipo levantino, muy desgastada. En el interior tiene tres ábsides mudéjares. El interior aparece cubierto por bóveda de crucería del siglo XIV, repintada en tonos rojizos. Los altares son barrocos. En una de las paredes se puede leer un texto, en el que atestigua que, en este lugar, Fernando el Católico juró ante las Cortes su nombramiento como Príncipe de Aragón. En una de las capillas laterales existe una copia de ”la Virgen con Niño” de Miguel Ángel. En el exterior al lado derecho de la puerta se encuentra la torre atalaya, que está inclinada y desmochada.
Cuando terminamos la visita nos dirigimos hacia la Plaza de España. Allí se encuentra el Ayuntamiento, en cuya fachada destaca una puerta con arco de medio punto y balcón corrido y encima la torre del reloj. A continuación visitamos la iglesia San Andrés. Al parecer construida sobre una mezquita del siglo XI. Tiene tres naves, bóveda de crucería y cabecera poligonal. Exteriormente, la torre campanario tiene base octogonal y tres cuerpos y que podía ser el minarete de una mezquita. El primer cuerpo está decorado con espiguillas, hexágonos, rombos etc. En el segundo cuerpo exhibe ventanas, saeteras y óculos con decoración de hexágonos, rombos, sebka. El tercer cuerpo es el de campanas y encima ventanas geminadas, ventanas oculares y terminación en forma puntiaguda.
Paseamos después por la zona de la judería donde el nombre de las calles, están presentadas con la estrella de David; subiendo hacia la parte más alta, pudimos contemplar el bello conjunto sus casas encaladas. Poco más tarde, bajamos a la Colegiata de Santa María, que es de lo más espectacular en su aspecto externo, está asentada sobre una antigua mezquita. Después de la Reconquista se construyó el edificio en el siglo XIII y se reconstruyo en el XVIII. Se conservan partes del siglo XIV y XV, como el ábside, el campanario, claustro y sala capitular. El ábside es poligonal con dos cuerpos superpuestos decorado con motivos decorativos de ajedrezado, lacería y espiguilla etc. tiene arcos, o ventanas cerradas, de medio punto. La portada es de alabastro de estilo plateresco, diseñada a modo de retablo, con gran alero de madera. En el Claustro se muestra una exposición religiosa con piezas de gran belleza, como el relicario. El Campanario es del siglo XVI, consta de dos torres de planta octogonal. que se va estrechando según se eleva, tiene pilastras en los ángulos y decoración de espiguillas, sebkas, cruces, rectángulos etc.
Finalizado tan interesante y bello recorrido por las iglesias-fortaleza de Aragón, comimos y salimos de regreso para Madrid.