MUSEOS Y MONUMENTOS MEGALÍTICOS POR EXTREMADURA Y PORTUGAL: CIUDADES MEDIEVALES DE MONSANTO Y MARBÂO (PORTUGAL)

Salimos de Madrid el viernes 10 de mayo a las 5 de la tarde. Por la autovía de Extremadura nos dirigimos hacia Cáceres. En nuestro camino llevamos de compañía las magníficas vistas de la Sierra de Gredos, en cuyas cumbres queda algo de nieve. La puesta de sol la vemos sobre el embalse de Alcántara, cerca de Garrovillas, donde hacemos una parada. Vemos la hermosa plaza porticada, en una de sus esquinas se halla el Palacio de Alba de Liste, s. XV, convertido en Hospedería y donde se alojaron parte de los compañeros de excursión.

Otro grupo sigue viaje hasta Alcántara, donde se alojará en un antiguo convento franciscano, el de San Bartolomé, de finales del siglo XV, también convertido en Hospedería.

Sábado 11 de mayo: Hacia las diez de la mañana salimos hacia Portugal, nos acompaña Isidro, un guía de Alcántara. Cruzamos el famoso puente de Alcántara, por donde pasaba la vía romana que unía Mérida (Emérita Augusta) y Coimbra (Conímbriga) y cuyas ruinas visitamos el mes pasado. El puente fue construido en los primeros años del s. II por el ingeniero Cayo Lucio Lacer, en época del emperador Trajano. En la frontera con Portugal cruzamos sobre otro puente romano, el de Segura, que conserva parte de su estructura original y que se construyó para salvar el cauce del río Erjas, afluente del Tajo. Esta zona fronteriza forma parte del Parque Natural del Tajo Internacional.

Por territorio portugués nos dirigimos hacia Fundão, localidad situada en el amplio valle del río Zêzere a los pies de la Sierra de la Estrella, donde están las montañas más altas de Portugal, en cuyas cimas se puede ver la nieve; damos un pequeño paseo por el casco histórico de Fundão para acercarnos al Museo Arqueológico José Monteiro. El museo tiene una interesante colección de arqueología local que va desde el paleolítico a la época romana. Pero las piezas más destacadas son, sin duda, la estatua-menhir del periodo Neolítico-Calcolítico de casi tres metros de altura (se aprecian la cabeza, en forma cónica y una espada colgando en el pecho, con unas correas) y la estela del bronce final más grande de la Península Ibérica, con más de dos metros de altura, forma ovoide y en las que están grabadas las armas de un guerrero y objetos de adorno (casco, escudo, espada, punta de lanza, espejo, peine, etc.).

La comida la hacemos en el restaurante “O Espanhol”, en la población de Idanha a Nova. Como plato principal tomamos bacalao al horno.

Sin tiempo para reposar la comida, en una tarde calurosa nos dirigimos a la cercana Idanha a Velha, situada sobre una pequeña elevación junto al río Ponsul de donde los romanos extraían oro. Por ello debieron construir un municipio romano, cuyo nombre, tal vez, fue el de Egitania, situado junto a la vía romana Mérida-Conímbriga-Braga.

Visitamos los restos romanos: muralla, puertas, foro, restos de un templo, sobre cuyo basamento los templarios hicieron una torre. Entramos en un pequeño museo donde puede verse una interesante colección de epigrafía romana. La iglesia de Santa María, antigua catedral visigoda, se construyó en el foro romano reutilizando sus restos y fue la primera que se construyó en la Península Ibérica. El interior es de tres naves y fue reconstruida a lo largo de varios siglos; fue mezquita y luego los templarios construyeron una iglesia en el s. XIII. En el exterior hay dos baptisterios de época visigoda.

Otro lugar interesante de Idanha a Velha es una antigua almazara, llamada aquí Lagar de Varas, donde se pueden ver dos enormes prensas que utilizan dos gruesos troncos de árbol, con raíces incluidas. Por último visitamos la plaza donde se encuentra la picota (pelourinho), frente a la parroquia del s. XVII y el antiguo ayuntamiento.

Nuestra siguiente visita será a Monsanto “El pueblo más portugués de Portugal”, nos dice Isidro, nuestro guía. Este título le fue otorgado por el gobierno portugués mediante un concurso al que se presentaron numerosos pueblos de todo el país. El premio para Monsanto fue un gallo de plata, que se colocó en lo alto de una torre. Paseamos por las empinadas calles de la población, construida en la ladera de una colina granítica. Aquí se unen armónicamente las casas del pueblo y las moles de granito, alg unas forman parte de las mismas.

Desde algunos lugares de Monsanto, las vistas de los alrededores son impresionantes. En las puertas de algunas casas pueden verse señoras cosiendo unas muñecas de trapo: “las marafonas”, artesanía tradicional que se regala a las novias y que recuerdan a Maia, diosa de la fecundidad.

No tenemos tiempo para subir al castillo templario situado en la cima del cerro rocoso. El rey Alfonso Enriquez lo donó a Guadin Pais, maestre de los templarios para frenar a los musulmanes.

Desde Monsanto nos dirigimos hacia Penha Garcia, donde hay otra torre templaria, que vemos desde la carretera. Pasamos junto a las Termas de Monfortinho, ya cerca de la frontera y por un puente sobre el río Erjas entramos en España. Llegamos a Valencia de Alcántara ya anochecido, alojándonos en el hostal La Ibérica, teniendo tiempo para dar un paseo nocturno por el barrio gótico-judío e ir a algún bar para tomar los embutidos y el vino de la tierra.

Domingo 12 de mayo: Por la mañana volvemos a Portugal, a la vecina población de Marvão, situada en una cresta rocosa de la sierra de San Mamede, amurallada y con un impresionante castillo. Desde la puerta de la muralla subimos al castillo por las empinadas calles de un caserío bien conservado, con puertas y ventanas de granito que contrastan con el encalado de las paredes y algunas de las ventanas y balcones tienen rejas de hierro forjado.

El castillo lo visitamos tranquilamente. Es de origen musulmán, ampliándose posteriormente, ss. XII-XVII, tras la conquista cristiana. Entramos en el gran aljibe http://www.youtube.com/watch?v=mNmUXtiIKSQ (control + clic para seguir vínculo) cuyos diez arcos se reflejan en el agua. La acústica es muy buena y algunos compañeros de viaje se ejercitan en el canto.
Paseamos por el patio de armas, caminos de ronda y torre del Homenaje, desde la que se distinguen los pueblos fronterizos: Castelo de Vide y Valencia de Alcántara.

Desde Marvão nos dirigimos hacia Póvoa e Meadas, para ver un menhir, pero el autocar no puede pasar por las estrechas calles del pueblo. Regresamos hacia las cercanías de Castelo de Vide, bello pueblo situado en la ladera de una colina y nos dirigimos, dando un paseo, hacia los restos de tres dólmenes que forman parte del Parque Megalítico dos Coureleiros.

Pasadas las dos de la tarde regresamos a España, donde comemos en el caserío de San Pedro de los Majarretes, lugar que tan bien describió Gonzalo Muñoz Carballo, compañero de la Asociación, ya desaparecido, de quien resumo algunas palabras suyas: “Apenas unas casas en torno al pequeño Convento Franciscano, confundido con ellas, lugar donde san Pedro de Alcántara hiciera sus votos en la Orden. El viajero que llega al caserío apenas reparará en el convento, tan insignificante en su estructura y apariencia física que tiene que destacar la espadaña de la iglesia para avisar al visitante que ha llegado. La iglesia y convento ocupan un solar de pocos metros cuadrados. Nada hay que destaque por su interés arquitectónico ni artístico: no existen portadas, ni arcos grandiosos, todo lo contrario, pues incluso para entrar en el convento el visitante tendrá que bajar la cabeza, tan pequeña es la puerta. Pequeños son el refectorio, en el que unos pocos frailes tendrían que comer apretujados, inverosímil claustro, de poco más de dos metros de lado…”

Nosotros comemos en un gran salón que ocupa más espacio que todo el monasterio. Gracias a nuestra compañera Mercedes, que nos sirve de anfitriona siempre que venimos a Valencia de Alcántara, por la organización de esta estupenda comida.

Y… pasadas las cinco de la tarde salimos hacia Madrid, llegando felizmente sobre las diez de la noche.

 

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