Visita a la cueva de los Enebralejos (Prádena) y Sepúlveda (Segovia)
Día 13 de Febrero de 2016
Salimos la mañana del sábado, para hacer un recorrido de un solo día. Nos dirigimos a Prádena de la Sierra y Sepúlveda, Segovia, en la Sierra del Guadarrama.
Tras una breve parada en el pueblo de Prádena, continuamos hasta la Cueva de los Enebralejos, a un kilómetro de distancia de este lugar.
Antes de entrar en la Cueva visitamos el Centro de Interpretación, donde vimos un montaje muy interesante sobre su formación geológica.
Para visitar la Cueva fue necesario hacer dos subgrupos. Cada uno realizaría la visita acompañado de un experto y entusiasta guía. Ya dentro de ella bajamos con el guía unos 30 escalones, sin dificultad. Llegamos así a una amplia sala, donde nos explicaron, de forma abreviada sobre el recorrido, que íbamos hacer a continuación.
Se sabe que esta Cueva estuvo utilizada desde la Prehistoria, como lugar de enterramiento. Este lugar fue descubierto en 1932, cuando se iba hacer un pozo de agua para el ganado. Se vio las posibilidades del lugar y después de diversos estudios en 1964 se identifica la cueva, y en el 1967 se estudian los grabados. Se pueden ver como unos 13 metros de profundidad y unos tres mil metros de galería. En 1995 se abrió al público. Desde el principio se vio que era una necrópolis de la Edad del Bronce
La Cueva es de estructura kárstica, con formación caliza por la que baja el agua disolviendo la roca y creando estructuras de estalactitas y estalagmitas. Por el interior discurre un río cuando empieza el deshielo; el día de nuestra visita empezaba a fluir.
La Cueva se divide en tres niveles. Solo está abierto al público el segundo o nivel intermedio que consta de tres salas. En la primera sala existen los pozos que servían de enterramiento, los cadáveres aparecían depositados dentro de vasijas de barro acompañados de ofrendas y ajuares sencillos. En la segunda, hay algunas pinturas difíciles de percibir, destacando la figura de un cazador con un ciervo en negro y en tonos violetas, (un espejo en el suelo permite apreciarla mejor); esta figura ha sido tomada como el símbolo de la Cueva. De la tercera puede decirse que es el Santuario, por ser la más amplia, también porque en ella hay grabados y estructuras de formas caprichosas, ante las que cada uno puede imaginarse cosas reales. Al fondo de esta sala se distingue una roca con gran colorido, producido por los diversos componentes minerales de las rocas entre las que discurre el agua.
Finaliza la visita, nos despedimos de los guías agradeciéndoles sus atenciones para con nosotros y “el mimo“ como explicaban y trataban a “su cueva”, pero no estaba permitido hacer fotografías.
En la superficie visitamos una pequeña reproducción prefabricada (hecha con fines didácticos) de alguna cabaña con utensilios e instrumentos, a imitación de las que podrían haber habitado y utilizado los miembros de la comunidad instalada en sus inmediaciones durante la etapa del “Bronce”.
Después nos dirigimos a comer a Prádena, donde lo hicimos estupendamente. Salimos de allí dirección Sepúlveda, ya en lugar acompañados por el guía local, empezaríamos nuestra visita con un tiempo muy desfavorable: mucho viento y lluvia abundante por lo que el hacer fotos también fue casi imposible. La meteorología es así.
Subimos por sus empinadas calles hasta la Plaza Mayor, nos refugiamos bajo los soportales, el guía nos llamó la atención sobre los restos de la fortaleza de Fernán González, en el extremo de la plaza, del que quedan tres cubos redondos de piedra. El de más altura incorpora en el centro una espadaña Neoclásica con dos campanas, una de ellas tenía la función de tocar cuando eran a las diez de la noche, para anunciar el cierre de las siete puertas de la ciudad. En el siglo XVII se adosa al castillo un edificio. Este edificio presenta fachada a dos niveles: la parte inferior tiene una puerta y a los lados dos ventanas cuadradas; en el segundo nivel, nos muestra un balcón corrido, con tres puertas y reja metálica, sobre el cual destaca un escudo con la Corona de España, flanqueado todo por dos leones rampantes y por último coronándolo todo, un gran reloj y las siete llaves de la ciudad.
Dejamos las callejuelas, judería (sobre todo), morería, cuestas y escalones, con fuerte viento y lluvia copiosa hasta que llegamos al punto más estratégico y elevado de la Iglesia del Salvador, una de las primeras iglesias románicas de Segovia.
Es una iglesia construida en 1093, aunque se amplió en el siglo XII. Tiene una planta basilical, con bóveda de cañón con piedra de sillería, y ábside circular. Se piensa que por su estructura, es heredada del Camino de Santiago. En el interior, hay dos arcos sobre pilastras que dividen la nave en tres tramos, y tres vanos con arquivoltas a ambos lados de la nave. En el exterior, el pórtico lo constituyen una galería porticada, con ocho arcos apoyados sobre columnas y machones; los capiteles son muy rústicos, con motivos vegetales, aves, monstruos etc. La puerta es un arco sin arquivoltas, quizás de los siglos XII-XV. La torre, exenta, tiene tres cuerpos: el primero es un zócalo liso, el segundo es un cuerpo con ventanales, dos en cada lado, el tercer tramo tres hileras de ventanas ajimezadas. Se comunica con la iglesia mediante un pasadizo.
Bajamos después a La Virgen de la Peña. Es una iglesia menos pesada que la anterior, pero guardan bastante parecido en algunos aspectos. Fue construida en 1144, causó cambios en épocas posteriores. La planta es basilical en la nave central, cubierta por una bóveda de cañón, tiene tres tramos sujetos por arcos fajones, que se apoyan sobre columnas adosadas y con capiteles decorados. El ábside bastante potente en el exterior, tiene columnas adosadas y capiteles decorados, igual que los canecillos, sin embargo no se aprecia su presencia en el interior, o por estar oculto tras un retablo barroco y al lado La Virgen de la Peña. La Portada tiene una arquivolta con 24 ancianos de la Apocalipsis (aquí hay 23) en el centro la mano de Dios; en el tímpano el Pantocrátor dentro de una Mandorla de forma trapezoidal, con el Tetramorfos. En la parte inferior, en el centro, hay un Crismón sujeto por ángeles y a los lados San Miguel pesando las almas y en el otro lado un caballero medieval que lucha con el dragón. La arquivolta central se apoya en dos columnas con capiteles decorados con figuras y animales. Hay un friso con arcos polilobulados acabados en ménsulas, decoradas con figuras humanas y mitológicas.
El pórtico fue reformado en el siglo XVI para proteger la portada, cerrando la puerta y los arcos con rejas de hierro. La torre es exenta de forma cuadrada, con tres tramos separados por línea de impostas, en el primer tramo dos arcos de medio punto ciegos, sobre los que hay una pequeña ventana. En los dos tramos superiores los arcos están enmarcados por arquivoltas que se apoyan en columnas con capiteles decorados con motivos vegetales.
Seguimos hacia la iglesia de los Santos Justo y Pastor hoy Museo de los Fueros. Está edificio está construido en diferentes momentos. Tiene tres naves, más estrechas en los pies, que en la cabecera, separada por arcos dobles de medio punto que descansan sobre pilares con columnas adosadas en los frentes y, también, con columnas en los arranques de los arcos. La cubierta es de madera. En el exterior se perciben tres ábsides, el central tiene una ventana con una arquivolta sencilla sobre columnas, sus capiteles muestran cabezas de animales, mitológicos o irreales. En el interior hay un retablo barroco y un arco del triunfo con capiteles en los que se representan la Adoración de los Reyes Magos y el Martirio de los Santos Justo y Pastor. Debajo se encuentra la cripta; en la bajada a la misma encontramos un arco con rosetas de cuatro pétalos y la arquivolta de siete lóbulos; preside esta sala una imagen del siglo XIII de la Virgen con el Niño.
El Museo cuenta con piezas de distintos momentos históricos; como una lauda de un obispo, del siglo XII, una pila bautismal, varias piezas de orfebrería etc.
Terminada la visita a Sepúlveda, sin haber dejado de llover, con mucho viento y frio, regresamos a Madrid.