EL BIERZO, COMPLUDO Y LAS MÉDULAS (LEÓN)
Días 27, 28 y 29 de Mayo de 2016

Salimos de Madrid camino de León. Llegamos a Ponferrada sobre las 21,30 horas. Aún era de día. Como el hotel estaba alejado del centro de la ciudad y estaba lloviendo con bastante fuerza, decidimos quedarnos y no salir a dar un paseo.
A la mañana siguiente, después de desayunar, nos dirigimos a visitar la pequeña iglesia de Santo Tomas de las Ollas, situada en el pueblo del mismo nombre. La ermita primigenia fue donada por el obispo de Astorga al Monasterio de San Pedro de los Montes. Su construcción data del siglo X. El interior está formado por una nave rectangular y un ábside más pequeño que la nave. El ábside es cuadrado en el exterior y ovalado en el interior. Ya dentro, observamos un zócalo de piedra sobre el que se levantan unos pilares cortos, con impostas decoradas, que soportan nueve arcos de herradura construidos con dovelas, que sirven de sujeción a un muro curvo sobre el que se apoya una cúpula de diez cascos, descargando así su peso al exterior (este tipo de cabecera con arcos de herradura y la cúpula con cascos, parece que pertenezcan a una construcción de estilo mozárabe; quizás correspondiendo del último periodo del Reino León). Pasamos después por un arco triunfal de herradura, que a los lados se conservan unas pinturas del siglo XVI, y da paso a una nave rectangular cuyo ábside tiene mayor altura que la nave; que fue rebajado en el siglo XVII. Tiene la cubierta de madera. La construcción es de pizarra y cantos rodados. En el siglo XII, la puerta sur fue sustituida de un arco de herradura por otro de medio punto de estilo románico, sin decoración; en la zona norte añadieron una capilla y la sacristía, y en el oeste una espadaña del siglo XII.

Terminada la visita nos dirigimos al Monasterio de San Miguel de las Dueñas. Llovía. Este Monasterio, se realizó entre los siglos XVII-XIX. Este lugar está cerca del río Boeza. Existen noticias del él en el año 998, cuando el rey Vermudo II, castigó al Alférez Real, al que confiscó sus bienes, porque había promovido una revuelta, y se los donó al Obispo de Astorga. En el siglo XII, recuperó sus actividades por mediación de la reina Sancha apoyada por su hermano Alfonso VII. La reina fundó allí un monasterio femenino, bajo la Regla de San Benito y le protegió. Las dueñas trajeron repoblación campesina y aumentaron su patrimonio. En 1492 el Monasterio entró en crisis, similar al monacato cisterciense. En el siglo XVI pasa a ser priorato y las monjas se trasladan al monasterio femenino de Villabuena. No pudimos visitar lo que quedó de la época medieval, porque se encuentra en la zona de clausura; no obstante en los siglos XVI-XVIII todo fue trasformado.

La iglesia que es lo único que pudimos ver, presenta en el exterior pocas aberturas, con sencilla decoración de bolas, la cubierta es de pizarra.; la portada muestra un arco de medio punto, enmarcado por molduras y pilastras, un entablamento con molduras y encima un sobrecuerpo con una hornacina de medio punto entre pilastras y cobija la imagen de San Miguel, lleva un escudo en la mano; coronado todo lo anteriormente descrito aparecen tres escudos, el del centro corresponde a un escudo real, y, como remate, una decoración de bolas en el entablamento superior. El interior es amplio: una sola nave con bóveda de cañón, y en el crucero una bóveda semiesférica. Decoración barroca. El altar mayor, del siglo XVIII, ha sido atribuido a Fernando Llamazares; consta de tres calles: el Sagrario está en el centro, encima la Asunción de la Virgen rodeada de ángeles (patrona del Monasterio) sobre ella el arcángel San Miguel; en las calles laterales están colocadas las imágenes de los Santos San Benito y San Bernardino. En el crucero existen dos retablos; uno dedicado a San José con el Niño y otro a Santa Escolástica, además de San Guillermo II de Aquitania y San Miguel Arcángel. Caminando hacia la salida encontramos una imagen de Santa Teresa y retablo con el Calvario. Una hermosa reja situada a los pies de la iglesia, sirve para separar el Coro del resto del Convento y de la Clausura. La reja de hierro forjado, presenta tres cuerpos con formas geométricas, pináculos y escudos, destacando en el centro un escudo imperial con águila bicéfala, con las armas de Castilla y León y dos con azucenas. Hay dos balcones abiertos en la iglesia para seguir los oficios desde la Clausura. Terminamos el recorrido visitando la portería, con la Puerta de la Regla y la escalera que da acceso de la Hospedería.

Partimos después hacía Santa María de Vizbayo. Esta iglesia está sobre un cerro, desde el que se contempla Ponferrada. Se tienen noticias de su emplazamiento desde el siglo XI. Y que en el año 1225, es donada al cercano Monasterio de San Pedro de los Montes. Como estaba cerrada, sólo pudimos observar el exterior y rodearla cruzando el cementerio (que estaba abierto). Su conservación es bastante buena. Tiene dos puertas una orientada al norte, en el cementerio, y otra al sur, protegida por un pórtico. Pudimos apreciar la existencia de una nave con ábside semicircular, en el que se abren unas saeteras y unos arcos con dos arquillos de herradura, separados por una columnilla con capitel de piñas en el centro, y debajo hay una imposta de taqueado y bolas. El alero está sostenido por canecillos, alguno de ellos figurados. Todo ello cubierto con pizarra. En el siglo XVII se hace la espadaña; en el siglo XVIII se añade la Sacristía de planta rectangular, y, en el siglo XIX se cierra el atrio.

Salimos del lugar y empezamos a bajar hasta donde estaba el bus, para dirigirnos a Molinaseca, donde comeríamos más tarde. Es un pueblo muy agradable, situado en el Camino de Santiago, a orillas del río Meruelo, donde hoy han construido una piscina natural. Atravesamos un puente y entramos en la calle Real, admirando las casas blasonadas. Nos llamaron la atención las calles de la “Rutas del Vino” y la de “Cecina”. Pasamos delante de San Nicolás de Bari. Volvimos hacia el puente, que era donde se encontraba el restaurante donde comimos. Después salimos hacia la Herrería de Compludo, dada la estrechez del camino, el bus no pudo bajar hasta la Herrería. Seguía lloviendo. Bajamos andando hasta el lugar, por la orilla del río Meruelo, entre árboles, robles, acebos, etc. Este lugar está vinculado al Monasterio de Compludo, que en el siglo VII fue fundado por San Fructuoso.

Ya en la Herrería, por las estrechas dimensiones del interior tuvimos que hacer dos grupos. Tanto los materiales como el martillo son muy rudimentarios. Para algunos expertos este sistema fue utilizado desde la Grecia antigua, según otros puede ser de época romana. En la explanada figura un cartel de explicación de su funcionamiento. La Herrería está construida con sillares de pizarra, y está dividida en tres partes: la noria movida por agua de un depósito superior, en el centro el taller donde están los mecanismos de época medieval, en el centro el martillo pilón, que golpea con el extremo opuesto el yunque de trabajo, según el clavo del selector, el flujo de agua será mayor o menor aumentando la velocidad de la noria; al otro lado se sitúa el almacén de carbón.

Salimos de allí y subimos hasta donde estaba el bus, que nos llevaría hasta el hotel. Esa tarde trasmitían la final de fútbol y había bastantes personas interesadas en verlo. Mientras tanto pudimos degustar un pulpo a discreción.

A la mañana siguiente salimos hacia Las Médulas; por el camino, la Dra. Eugenia Ron nos fue explicando la variedad de árboles que flanqueaban nuestra ruta, y sobre todo para que admirásemos los castaños centenarios.

Llegamos al Aula de Interpretación de las Médulas. Nos explicaron primero el recorrido que íbamos a hacer para llegar a la Cuevona y la Encantada (siguiendo la margen Izquierda del río Sil, por la carretera de Ponferrada y el Barco de Valdeorras) y el proceso que había sufrido la formación de aquel paisaje, como consecuencia de la explotación aurífera, realizada primero por los astures (que ya habían lavado aquellas tierras) y, más tarde convirtiéndose en la mayor explotación aurea del Imperio Romano .Se tienen noticias de que Plinio las debió visitar sobre los años 70, siendo Procurador de la Citerior. Tanto la explotación como su administración dependían directamente del Estado. Las noticias se pierden hacia el siglo III, tal vez por la merma de la producción. En cuanto al arrastre y lavado el sistema consistía en minar todo el conglomerado aurífero que se quería abatir por medio de una serie de galerías y pozos. Se introducía el agua en tromba, en ellos para comprimir el aire en el interior y producir una explosión que derrumbara todo el monte, después se seguía echando agua sobre el amasijo para conducirlo hasta los canales de lavado, y allí se seleccionaban las pepitas de oro más pesadas, que quedaban retenidas en el fondo; el resto del aluvión era eliminado por los canales de evacuación. En las tareas de este proceso intervenía la población de los alrededores y algunos funcionarios romanos.

Terminada la visita, bajamos desde La Cuevona por la Senda de Valiñas, hasta llegar al restaurante donde comimos.

Después del almuerzo, por la tarde, nos encaminamos hasta el derrumbado Castillo de Cornatell, accesible solo por uno de sus lados, ya que los otros tres están orientados hacia el precipicio de la montaña, haciéndolo inexpugnable. Se conserva bien la pared sudoeste, con algún arco y alguna ventana en el interior. Fue un castillo templario y, como tal, tuvo torres únicamente en las esquinas. Probablemente se edificó en el siglo XIII. Protegía la entrada en Galicia. Posteriormente perteneció a los marqueses de Villafranca. En la actualidad se hacen representaciones teatrales en verano.

Concluidas las visitas culturales previstas en nuestro viaje, iniciamos el regreso a Madrid.